La naturaleza concibió al pez volador. La ciencia ficción imaginó el Submarino volador a partir de la serie de televisión "Viaje al fondo del mar". Ahora, Boeing patentó un dron que puede transformarse de avión en submarino.
La Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos (U.S. Patent and Trademark Office) este año aprobó la solicitud de Boeing para el "Vehículo aéreo y acuático de rápido despliegue". La solicitud de patente describe un vehículo aéreo no tripulado (UAV), que comienza su viaje como un aeroplano a control remoto que, luego, se sumerge en el agua y cambia algunas piezas para convertirse en un submarino funcional.
Mientras se encuentra bajo el agua, el UAV puede realizar reconocimiento submarino o, incluso, transmitir una carga útil de algún tipo. Cuando completa su viaje bajo el agua, el UAV puede salir a la superficie y comunicar los resultados de su misión de forma inalámbrica. Potencialmente, el UAV también se puede recuperar, puesto que el vehículo está diseñado con la posibilidad de reutilizar sus componentes, tal como lo menciona la solicitud de patente de Boeing.
Si bien es muy diferente del submarino volador nuclear y supersónico del programa de televisión de la década de los 60, el UAV de Boeing consuma una visión imaginada por mucho tiempo de un vehículo navegable que puede dominar el mar y el cielo. Con casi tres cuartas partes de la superficie terrestre cubiertas por agua, existen pocos límites para que este dron se desplace.
Es fácil imaginar las aplicaciones militares de dicho UAV, con la capacidad de volar largas distancias, deambular por un período de tiempo, detectar un objeto sumergido (como un submarino) y, luego, supervisar de cerca ese objeto mientras está bajo el agua. Además, el UAV podría llevar sensores que lo habilitarían para detectar y reunir información sobre un submarino.
Sin embargo, tampoco es difícil imaginar este dispositivo adaptado como un arma. Los drones, que originalmente se diseñaron como sistemas de vigilancia, han sido adaptados para descargar municiones. El primer ataque de un dron conocido en el mundo fue realizado por un UAV de reconocimiento, el General Atomic MQ-1 Predator, que en 2012 utilizó un misil Hellfire para destruir un automóvil que transportaba agentes de Al-Qaeda.
La solicitud de patente de Boeing afirma: "La carga útil… puede constar de un sensor, un instrumento para supervisión del entorno u otro tipo de carga, dependiendo del propósito del vuelo". Aunque nunca se menciona un uso para el dron, el lenguaje del documento parece dejar abierta la posibilidad de convertir el vehículo en un arma.
En términos teóricos, los estrategas militares podrían encontrar un uso para un UAV que pueda volar hasta la proximidad de un objetivo y, luego, transformarse en un torpedo capaz de hundir un barco o un submarino. Por otra parte, el vehículo también podría tener usos no militares, como detectar y reunir información de la vida marina. Un UAV de este tipo podría configurarse con una diversidad de sensores, como sensores de humedad y temperatura, sensores de calidad de aire, sensores de luz y muchos más para usarse como unidades de inteligencia híbrida y de vigilancia medioambiental.
La solicitud de Boeing describe el UAV como una unidad que posee sistemas de control, comunicaciones y navegación, quizá GPS. El vehículo desplegaría sus alas, estabilizador y propulsor aéreo antes de entrar en el agua o al hacerlo, mediante bulones explosivos o pegamento soluble en agua. Una vez que estos elementos se desechen, el vehículo se reestructuraría para navegación acuática con un propulsor secundario.
La patente menciona el uso de un tanque de flotabilidad para permitir que el vehículo funcione a diferentes profundidades. Aunque el concepto es atractivo, una patente no es lo mismo que un producto.
Solo el tiempo dirá si este pez alguna vez volará.