Robots de cocina listos para invadir restaurantes y casas

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Históricamente, las máquinas y las herramientas se han diseñado para hacer cosas que cualquier ser humano no puede hacer, o hacerlo mejor, más barato, más fácil y/o más rápido. Incluso antes de los primeros motores de Faraday, las primeras máquinas impulsadas por humanos o animales se usaron para cultivar cosechas, moler trigo y maíz, transportar personas en carretas y vagones, y ayudar en la lucha contra las guerras.

Las herramientas son quizás la más antigua de las máquinas utilizadas para extender las capacidades de una mera forma humana. Las palancas, los martillos, las lanzas y las ruedas se remontan a miles de años, y en su momento pueden haber sido considerados "de alta tecnología", pero según los estándares de hoy, son herramientas y no máquinas. Pero, como las máquinas mejoran, pronto se convertirán en la próxima generación de herramientas. 

Por ejemplo, las ruedas de agua podrían girar los ejes para moler, cortar madera o perforar a través de la piedra. La energía a vapor avanzó la tecnología para crear máquinas que son básicamente herramientas. Es un método de crecimiento jerárquico según el cual lo que hoy es una impresionante máquina, mañana será solo una mera herramienta usada para hacer que las máquinas se vean aún más impresionantes. 

Y mientras se desarrolla una gran cantidad de tecnología para alimentar las máquinas de guerra, mucha tecnología también se ha desarrollado para alimentarnos. Cuando la electricidad hizo su primera aparición pública, las maravillas de esta nueva tecnología se usaron para hacer cocinas, hornos, batidoras, licuadoras, así como también rebanadoras y picadoras. Y sí, hasta cortes tipo jualiana. 

Proceso, luego existo

La electrónica moderna y los microprocesadores han cambiado el mundo para siempre y ello es evidente con nuestras máquinas para alimentos de hoy. Según la perspectiva de ayer, las máquinas modernas de hoy como las máquinas para hacer pan, los procesadores de alimentos, las lavavajillas, entre otras, son robots. Si bien en un principio el hombre no conoce el término robot, podría argumentarse que cualquier máquina compleja que realiza tareas secuenciales y bien definidas dentro de una precisión medida, de forma repetida y automática, son robots. 

La comida es uno de los primeros lugares en que ocurre esto. Las máquinas para cosechar que cortan cultivos, separan la paja de alimentos para consumo, y los transportan pueden considerarse como robots propiamente tal. Incluso si un ser humano opera los controles en sí, la fuerza muscular es la máquina; el cerebro es el humano. En este caso, es una relación simbiótica entre el hombre y la máquina. Pero microprocesadores y microcontroladores están subiendo la vara tan alto en cuanto a qué tipo de habilidades necesitamos los seres humanos, y si los seres humanos son incluso necesarios.  

Los sensores, los accionadores, la heurística y las bases de datos mejorados se combinan para permitir que, en muchos casos, las máquinas asuman completamente el trabajo. Si bien lo hemos visto durante años en las fábricas y almacenes, estos desarrollos han sido lentos para manifestarse en establecimientos de alimentos como restaurantes a la carta. Pero esto está cambiando. 


Romeo, el robot de cocina. (Imagen cortesía de Aldebaran Robotics)

Los robots como Romeo de Aldebaran Robotics son más como juguetes hoy que las máquinas útiles, reales y aptas para trabajar. Pero Romeo muestra cómo incluso un reconocimiento de habla primitivo y respuestas programadas se pueden usar para eliminar totalmente la necesidad de algunos humanos en un ambiente de cocina. Romeo sirve como un nodo de almacenamiento y reenvío para realizar pedidos, pero puesto que no sabe hacerlo mejor, no pregunta qué ingredientes prefieren u otros detalles tales como si les gustaría limón o lima en el agua. Sin embargo, su funcionalidad de tomar pedidos puede llevarlo a dar esas órdenes a los robots cocineros en la cocina, que pueden continuar desde ahí. 

Quizás la mayor necesidad de esta tecnología es para prevenir la propagación de enfermedades al crear condiciones extremadamente ultra-sanitarias en los restaurantes. Estudios recientes han demostrado que el 2 por ciento de toda la carne de vienesas contienen ADN humano. El diez por ciento de vienesas vegetarianas contienen carne, y casi dos tercios de todas las vienesas vegetarianas contienen ADN humano. Esto puede ser perturbador y afectar los patrones de consumo. Ahora, solo podría ser que las células de la piel y del cabello humano de trabajadores hayan ingresado al momento de comprimir las vienesas después de la exfoliación natural. Pero, la percepción podría llevar a imágenes salvajes al preguntarse si alguien está arrojando cadáveres en una planta de procesadora de carne.

Mientras menos personas manipulen los alimentos, menos probabilidad de contaminación y propagación de enfermedades, y esto no es un miedo trivial. La competencia conduce a la consolidación, lo que lleva a la monopolización. Finalmente, todas las fuentes de un determinado alimento pueden provenir de una compañia, y un suministro contaminado puede matar o infectar potencialmente a millones de personas. La capacidad para asegurarse de que algo esté cocido a la temperatura adecuada para eliminar patógenos se puede lograr con mayor seguridad usando una medición y control térmicos. Ello es una tarea ideal para robots.  

El chef del futuro

Los robots están listos para servir en las cocinas de restaurantes y casas particulares en gran manera. El adelanto de sensores, accionadores, sistemas de visión y algoritmos heurísticos ahora lo están haciendo posible mediante máquinas a un precio razonable para competir con los seres humanos e incluso realizar tareas para solucionar problemas. 

Por ejemplo, los procesadores de alimentos a gran escala que preparan verduras congeladas ya tienen máquinas que separan, orientan, identifican, analizan, pelan, cortan, miden, transportan, cocinan, envasan y sellan. La mayor parte del trabajo ya se hizo. Ahora todo lo que queda es la miniaturización y la comercialización de esta tecnología se combine con una base de datos bien organizada. 

Aquí es donde la cosa se pone interesante. La manera más rápida de integrar los robots a las cocinas es hacerlos usar alimentos previamente procesados. Los restaurantes de comida rápida son ideales para este tipo de máquina puesto que cuentan con un menú muy limitado, todas las fuentes de alimentos están cuidadosamente controladas y los clientes se aseguran de la consistencia del producto y la entrega. Las incansables máquinas no toman descansos, exigen salarios y cuestan lo mismo que contratar a personas y esto es lo que impulsa a las compañias. En algún minuto, habrá una equidad en el costo, entonces aumentarán las ganancias al eliminar los seres humanos problemáticos. 

Una vez cargado como un moderno disparador de chip usado en fabricaciones de conjunto electrónico, los chef robots mantendrán las cosas a temperaturas seguras, porcionarán los ingredientes, mezclarán, cocinarán exactamente según lo indicado, prepararán y, tal vez, hasta servir la comida. No hay manos humanas, no hay células de la piel, no hay estornudos del mesero, capta la idea. Un restaurante con esta tecnología estará lleno si existe un brote de gripe o epidemia grave. 

Vista a larga distancia

Finalmente, puede ser posible usar grupos moleculares para sintetizar los alimentos crudos. Al igual que una impresora 3D orgánica a nivel molecular, los complejos simples y compuestos pueden fabricarse según sea necesario e incluso incluir compuestos químicos como medicamentos. 

Una vez que exista este nivel de tecnología, el término robot ya no se aplicará, debido a que no se asemejarán a lo que hoy se considera un robot. Es más probable que se asemejen a un sintetizador o a un reproductor. Bon appetit. 

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